Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 17 de diciembre de 1870
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Bugallal
Número y páginas del Diario de Sesiones: 319, 9.225
Tema: Párrafo del mensaje del presidente de los Estados Unidos, y atropello de un agente consular español en Egipto

El Sr. Ministro de ESTADO (Sagasta): Había entendido, en efecto, que las quejas a que S.S. había hecho renuncia, eran quejas que el Gobierno español tenía con los Estados-Unidos. Veo que es lo contrario, pues la pregunta se dirige a los motivos que existan por parte de los Estados‑Unidos para quejarse del Gobierno español.

Respecto a esto, debo decir al Sr. Bugallal lo mismo que antes he dicho cuando había entendido que las que las quejas las quejas eran del Gobierno español para con el de los Estados-Unidos. Éste no tiene motivo ninguno de queja, y no hay necesidad de decir que el Gobierno español no debe estar inquieto.

Hará cosa de cuatro meses vino la primera reclama formal de los Estados‑Unidos, en una nota muy extensa, exponiendo agravios de ciudadanos que se llamaban de los Estados‑Unidos. En el acto, el Ministro de Estado tobo necesidad de buscar los antecedentes necesarios para contestar a aquella nota porque, si bien es verdad que había algunos ciudadanos americanos que reclamaban con justicia, también lo es que había muchos que no lo eran y se suponía que no reclamaban con justicia. El Gobierno de España debió naturalmente buscar todos los datos para poner las cosas en su verdadero lugar, porque ni los Estados Unidos quieren que el Gobierno español satisfaga cualidades que no son justas, ni el Gobierno español está dispuesto a satisfacer nada que no lo sea. Por consiguiente, el Gobierno español debió informarse de todo para contestar; debió pedir datos a la isla de Cuba, los cuales tenían que venir desde bastante distancia.

Contestó, pues, el Gobierno a la primera nota, hará cosa de dos meses y medio o tres, no lo recuerdo bien, pero tengo la seguridad de que no pasó mes y medio sin que quedara contestada la primera nota.

Vino una segunda nota, en la cual se insistía sobre ciertas reclamaciones y se proponía esa comisión mixta de que ha hablado el Sr. Bagallal. Pero el Gobierno español puso algunas objeciones; porque ¿cómo era posible que aceptara una comisión mixta en absoluto para esas reclamaciones? Ha sido, pues, necesario examinar los casos que debían someterse a esa comisión mixta; y para examinar esos casos hubo que buscar, como he dicho, todos los antecedentes, cosa que exigía tiempo.

El Ministro de Estado ha tenido varias conferencias con el representante de los Estados‑Unidos, en las cuales ha reinado la mayor armonía y la mejor cordialidad; y de ellas ha resultado qua en efecto el Gobierno español no debió tener inconveniente en admitir la comisión mixta para ciertos casos concretos, dejando siempre a salvo la dignidad y el derecho de nuestros tribunales, y teniendo en cuenta el derecho que podían tener los ciudadanos que hoy se dicen americanos, pero que pudieran no serlo cuando se hizo la reclamación. Planteada así la cuestión, no falta más que la ejecución material, que probablemente a estas horas se estará Ilevando a cabo.

Pero debo advertir, acerca de Ias palabras pronunciadas por el Presidente de la república de los Estados‑Unidos, palabras que no encierran gravedad ninguna, ni pequeña ni grande, ni pueden hacer vislumbrar el más pequeño temor de que puedan ni en poco ni en mucho alterarse las relaciones que existen entre ambos países; debo advertir que, aún antas de que esas palabras fueran pronunciadas por el Presidente de aquella república, el Ministro de Estado español había convenido con el representante en Madrid de los Estados‑Unidos en la manera a atender esas reclamaciones.

Conste, pues: primero, que no hay motivo de ninguna especie para temer que se alteren las buenas relaciones que existen entre España y los Estados‑Unidos: segundo, que el Presidente de aquella república no ha dicho nada que pueda ser desagradable a la España: tercero, y esto me importa a mí mucho que conste, que antes que el Presidente de los Estados‑Unidos pronunciara esas palabras, que repito no tienen gravedad ninguna por lo que especta a nuestras relaciones, ya el Ministro de Estado español había convenido con el representante de los Estados‑Unidos en la manera de resolver las reclamaciones que a consecuencia de agravios inferidos a las personas, y daños causados a los intereses de ciudadanos americanos, hizo el Gobierno de aquella república.

Yo desearía que el Sr. Bugallal se diera por satisfecho. No hay hasta ahora, ni espero que la haya en adelante, queja alguna ni del Gobierno español para con el de los Estados‑Unidos, ni de éste para con el Gobierno español; y espero también que esta cuestión, pendiente con aquel Gobierno, como todas las que puedan surgir, se resolvería, como se han resuelto hasta ahora, en el terreno de la más amistosa y de la más cordial inteligencia.



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